El proyecto Montevideo Sonoro agrupa esas canciones de la ciudad usando la georeferencia.
La introducción de la web dice: "Montevideo Sonoro es una intervención urbana y un proyecto interactivo de georreferenciación, puesta en valor y divulgación del patrimonio musical de la ciudad."
Podemos recorrer el mapa de nuestra ciudad y escuchar en los puntos indicados en el, la canción que algún artista le dedicó, acompañado con una breve descripción.
El proyecto prevé en una segunda etapa, colocar códigos QR en esquinas de la ciudad para quien tenga un smartphone pueda leerlo y escuchar los temas.
Me resultó sumamente interesante y entretenido. La web nos muestra de qué forma la música está metida en la ciudad, habla de ella, la describe, y se nutre de ella para la creación.
Entre tantas canciones, hoy seleccioné "Vals de Pocitos". Pertenece a Eduardo Rivero en la letra y Jorge Galemire en su música.
Se editó por primera vez en el simple del dúo del año 1975 editado por Sondor.
La música fue compuesta originalmente para una obra de teatro y sobre la cual Rivero escribió este homenaje al barrio de su niñez, un Pocitos de otro tiempo que invitaba a "mirar el universo desde Obligado y Sarmiento".
Que la disfruten! y no se pierdan de recorrer el mapa y descubrir otras canciones.
Versión: Eduardo Darnauchans, Jorge Galemire y Eduardo Rivero - Disco: Nosotros tres
Hay un lugar en Pocitos
donde el cielo de hace años
bajaba a jugar de a ratos
con los niños de aquel tiempo.
Con Enrique el de la tienda
y Paco el almacenero
se entretenía aquel cielo
a una cuadra del Bohemios.
Era siempre el invierno
maratón televisiva
... y Caravana
Furia y El hombre invisible siempre
Practicaba alpinismo
con Ricardo en ascensores
escalando azoteas
mezclando risa y temores
Se me deslizaba el mundo
debajo del pie derecho
si Punta Carretas era
un monopatín inmenso.
Las matines de domingo
del Biarritz o el Casablanca
una fiesta o una batalla
contra el sentido común, venciendo.
El torbellino de blanco
la vieja Escuela Noruega
una fueste un gomero
y un ruido de vida fresca
Con Daniel y Federico
en la clase y al recreo
descubría con paciencia
las niñas, las diferencias.
En el eterno reinado
de la mojigatería
las maestras altruistas
separan el bien del mal, creían.
La mayor prueba de audacia
por entonces consistía
en robar con mil precauciones
caños de las construcciones.
Para hacer armas terribles
y también gritar adentro
o mirar el universo
desde Obligado y Sarmiento.
Días de adoctrinamiento
en el culto futbolero
aprendiendo del abuelo
a esperar de Peñarol, otro gol.
Señor de esta compañia
vendame usted un pasaje
para ir futuro arriba
a jugar el tiempo que vendrá,
a jugar el tiempo que vendrá,
a jugar el tiempo que vendrá.
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